Cómo evaluar la rentabilidad de una inversión - Parte 3
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Hasta ahora hemos analizado la posibilidad de evaluar un proyecto de inversión mediante la sencilla técnica del Payback Period y, tras un breve ejemplo sobre el valor financiero del tiempo, mediante el método VAN.
Veamos ahora el último método: el cálculo de la Tasa Interna de Retorno .
Este método es bastante sencillo de interpretar desde una perspectiva de evaluación, ya que contiene en un único valor el juicio sobre la bondad de una inversión en términos de rentabilidad.
Ya hemos mencionado algunas analogías en términos de supuestos lógicos entre VAN y TIR: bueno, la TIR es esa tasa de rendimiento que hace que el VAN sea igual a cero .
En la práctica, para calcular el VAN hemos visto que:
- los flujos de caja entrantes se cuantifican durante los años de vida del proyecto;
- su valor se devuelve al presente (descuento);
- el VAN se calcula como la suma de todos los flujos, incluido el de salida relacionado con la inversión inicial.
En cambio, para calcular la TIR, el punto 1 se mantiene sin cambios, mientras que los puntos 2 y 3 se invierten, en el siguiente orden:
- los flujos de caja se cuantifican durante los años de vida del proyecto;
- se establece que el VAN, es decir la suma de todos los flujos, incluido el saliente relacionado con la inversión inicial, es igual a cero;
- Se calcula la tasa (igual a la TIR) que hace que la suma a que se refiere el punto anterior sea igual a 0.
Entonces, en resumen:
En la FURGONETA:
- la tasa es la variable independiente (es decir, se conoce)
- El VPN es la variable dependiente
En el TIR:
- el VPN es la variable independiente (es decir, es conocida y es igual a cero)
- la tasa es la variable dependiente
Volviendo a nuestro ejemplo, tendremos
Observando los resultados, a diferencia del método del VPN, esta vez el uso de la TIR sugiere que el empresario debería optar por la solución A, es decir, reparar el sistema.
Pero ¿cómo es posible que estos dos métodos, VPN y TIR, ambos más sofisticados que el Período de Recuperación y ambos basados en la misma lógica (aunque vistos desde ángulos diferentes), puedan llevar a resultados opuestos?
La explicación reside en la diferente distribución de los flujos dentro de las dos series, y parte siempre del mismo supuesto: ¡el tiempo es oro !
La primera serie de flujos, la correspondiente a la hipótesis A, como fácilmente se puede observar presenta valores decrecientes, esto quiere decir que los dos valores más altos (50.000) son también los más cercanos en el tiempo (años 1 y 2), por lo que sus valores actuales el valor tendrá un impacto significativo en la rentabilidad; viceversa, los flujos de menor valor también son los más alejados, por lo que su peso en el cálculo de la rentabilidad será marginal.
En cambio, la segunda serie de flujos, la relativa a la hipótesis B, se ve fuertemente penalizada al tener el valor más pequeño (30.000) como el flujo más reciente (año 1), mientras que el valor más alto (100.000) está en el año 2, siendo el el resto de los flujos se diluyeron a partes iguales (70.000) en los tres periodos más alejados en el tiempo.
Suponiendo por un momento que los valores de la segunda serie de flujos (hipótesis B, compra de una nueva planta) también están disminuyendo (por lo tanto con los flujos principales más cercanos en el tiempo al período actual) observamos cómo los nuevos valores del VAN y de la TIR así calculadas conducen esta vez a valoraciones homogéneas, convergiendo ambas coherentemente en la elección de la solución B, como se muestra en el siguiente cuadro en el que, en comparación con los anteriores, sólo se analiza la distribución de los flujos cambios relacionados con esta solución (resaltado en rojo).
En particular, el cuadro muestra cómo, con esta nueva redistribución de flujos en la hipótesis B (compra), utilizando el método del Periodo de Recuperación, la solución A (reparación) sigue siendo preferible.
Por el contrario, si se utilizan los métodos más avanzados de VAN y TIR, esta vez ambos coinciden en favorecer la solución B, al considerarla capaz de crear más valor para la empresa.
La conclusión que se extrae de estos ejemplos -deliberadamente exagerados- es que cada uno de los tres métodos descritos tiene su propia razón de ser y que, por tanto, para tomar una decisión de inversión informada es aconsejable evaluar todo el proyecto desde múltiples ángulos. utilizando los distintos métodos disponibles y analizando críticamente los resultados así obtenidos.