DSCR - Mucho más que un indicador - Parte 4
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Veamos ahora el DSCR desde otro ángulo.
Como se anticipó en la tercera parte de esta contribución, el art. 13 del Código de Crisis ha sido completamente reescrito, ya no habla de indicadores e índices de la crisis sino de la creación de la plataforma telemática nacional para la solución negociada de la crisis empresarial.
Esta plataforma pone a disposición del empresario la herramienta del llamado test práctico de autoevaluación del estado de crisis , destinado a verificar la viabilidad razonable de la recuperación, test cuya formulación constituye en realidad una especie de lectura diferente del DSCR. , y más precisamente:
Si se mira más de cerca, la prueba práctica es una especie de "recíproco" del DSCR, ya que el numerador y el denominador (formalmente diferentes, pero muy similares en términos de composición e interpretación de los resultados) se presentan en orden inverso con respecto a este indicador. así como hemos visto en aportaciones anteriores.
Volviendo a nuestra prueba práctica, su realización al presentar la solicitud de acceso al acuerdo negociado es opcional, sin embargo es recomendable ya que sirve para dar una idea inicial del grado de dificultad que enfrenta la empresa y, en particular, permite una evaluación preliminar. valoración en relación con el estado de crisis o insolvencia de la propia empresa.
La valoración sobre si se puede o no llevar a cabo una reestructuración se resume numéricamente en la "relación entre el importe de la deuda que es necesario reestructurar y el de los flujos financieros libres que pueden ponerse a su servicio anualmente", relación en la que:
en el NUMERADOR (deuda a reestructurar) tendrás:
- (+) deuda vencida (con indicación separada de la porción inscrita en el registro);
- (+) deuda reprogramada o sujeta a moratorias;
- (+) líneas de crédito bancarias utilizadas cuya renovación no se espera;
- (+) cuotas de hipotecas y préstamos con vencimiento en los próximos dos años;
- (+) inversiones (Capex) relativas a las iniciativas industriales que se pretenden adoptar;
- (–) flujos de efectivo esperados de la enajenación de activos o unidades de negocio compatibles con las necesidades industriales;
- (–) nuevas aportaciones y financiaciones, incluidas las subordinadas, previstas;
- (–) estimación de cualquier Margen Operativo Neto negativo en el primer año, incluidos los componentes no recurrentes;
al DENOMINADOR (flujos financieros libres anuales para el servicio de la deuda) tendremos:
- (+) Margen Operativo Bruto (GOP) Normalizado, antes de componentes no recurrentes;
- (–) inversiones anuales en mantenimiento (Capex) cuando esté en pleno funcionamiento;
- (–) impuestos sobre la renta que deben pagarse.
Este procesamiento es en cierto sentido "simplificado", ya que no requiere la preparación previa de un plan financiero: el flujo de caja operativo FCFO se aproxima mediante el uso del EBITDA prospectivo normalizado anual, antes de los componentes no recurrentes. cuando esté en pleno funcionamiento.
Si la empresa presenta, al menos a partir del 2º año, flujos anuales superiores a cero y destinados a replicarse en el tiempo, se considerará prospectivamente en equilibrio económico .
En ese punto, el grado de dificultad de la recuperación se determinará en función de la relación entre la deuda que necesita ser reestructurada (NUMERADOR de la prueba) y el monto anual de flujos financieros anuales para servir la deuda (DENOMINADOR de la prueba). .
El resultado del ratio así calculado arroja un número que nos permite una primera indicación general en relación a:
- el número de años necesarios para saldar la deuda pendiente;
- el monto de la deuda que será necesario reestructurar;
- el alcance de cualquier cancelación de deuda y/o conversión en capital .
A continuación se muestra un ejemplo de cómo se vería completar el examen de práctica:
Por un lado, el Numerador nos da el alcance y detalle de las exposiciones de deuda que necesitan reestructuración, en el ejemplo igual a 450.000 euros.
Por otro lado, en el Denominador, los flujos financieros para atender la deuda que la dirección de la empresa es capaz de generar de media en pleno funcionamiento ascienden a 200.000 euros.
La prueba, por tanto, conducirá al siguiente resultado:
El resultado de 2,25 puede leerse como el "número de años" necesarios para saldar la posición de deuda, con una lectura similar a la del más famoso NFP/EBITDA , el indicador más utilizado por los bancos para estimar la capacidad de pago de un empresa y que expresa el número de años necesarios para que la empresa salde su deuda financiera neta a través del flujo de caja generado por su gestión central, representado aproximadamente por una cantidad económica que la represente con un nivel aceptable de rentabilidad. aproximación: EBITDA.
Esta puntuación deberá compararse con una escala de valores que resuma los posibles escenarios de restauración que pueden surgir tras la realización de la prueba práctica.
En nuestro ejemplo, tendremos:
La prueba práctica para verificar la viabilidad razonable de la recuperación nació con un objetivo preciso y con supuestos claros: es, por definición, una prueba práctica que pretende ser "simple", consciente de renunciar a un análisis en profundidad, para posponerse sólo al caso en el que la prueba arroje resultados preocupantes (por ejemplo valores superiores a 3).
Una vez más, a pesar de la aparente desaparición del DSCR de la disciplina de las crisis empresariales, la centralidad de la planificación económico-financiera emerge como el mejor camino a seguir para la prevención de la crisis misma: todas las diversas declinaciones del DSCR están de hecho enfocadas sobre la estimación y cuantificación de los flujos financieros potenciales , como parte de un enfoque prospectivo que hoy es apreciado por los legisladores y operadores del mundo bancario.